Miles de potosinos acudieron a camposantos para convivir con sus seres queridos que se adelantaron en el camino.
SLP.- En México, importancia especial se da a la muerte y el dos de noviembre va acompañado de platillos, flores, veladoras y objetos que pertenecieron en vida a quien hoy se recuerda.
Hay quienes mantienen la creencia de que la muerte es el comienzo de un viaje y en San Luis Potosí, miles de personas acuden a los camposantos a un encuentro con aquellos que fueron merecedores del eterno descanso.
Al panteón El Saucito, con puestos de antojitos que van desde pan, gorditas, tortas y tacos; además de mercancía diversa como cubrebocas -y los juegos mecánicos en el perímetro-, se observa un mural con personajes de leyenda, como La Dama Enlutada y Juan del Jarro.
La gente se presenta cargada de flores, garrafas con agua e instrumentos de limpieza.
Familias enteras se presentan en los cementerios y no perdonan probar la comida de los negocios que al exterior operan, como si no hubiese contingencia.
La música acompaña a muchos visitantes. Como si con las canciones les abrazaran los recuerdos.
Tal vez de un mejor momento o episodios de vida muy dulces.
El lazo entre padres e hijos no podría romperse.
El claro ejemplo está en la tumba de la pequeña Poleth Viridiana, en la que se construyó una pequeña y colorida casa; la cual fue adornada y en ella su familia deja dulces y muñecas.
Su madre, Elia Torres Silva la describió.
A los ocho años, a Poleth se le diagnosticó lupus eritematoso y médicos le trataron por más de tres años.
Después de trascender, a Poleth se le conoció como mensajera de los olvidados.
Personas han soñado o dicen haberla visto y comparten experiencias con su familia.
Los potosinos guardan la tradición que envuelve al Día de Muertos.
Javier Ramírez pronunció que se visita los camposantos con gran cariño, pero especialmente gratitud.
Por: Paulina Rodríguez