SLP se cimbró con la conmemoración del Día de la Mujer, por medio de protestas, cánticos y exigencia de justicia.
SLP.- Hartas de las pérdidas, de la desigualdad, los ataques, miles de mujeres cimbraron plazas y céntricas calles de San Luis Potosí… los edificios, con el ensordecedor grito de justicia y si alguna idea debía quedar clara era que no estarían dispuestas a retroceder.
Desde las 16:00 horas del ocho de marzo se congregaron en la Plaza de Armas -punto neurálgico del poder; pero en el que se captó un recinto legislativo protegido hasta con tablones de madera-.
Era el temor materializado que causan las mujeres al estar juntas.
Unidas ellas se sintieron más seguras que nunca.
Al inicio, con instrumentos de percusión hicieron suyo el espacio, al ritmo de la danza africana.
Fue un ambiente de sororidad, aplausos, rimas… y de exhibir a agresores; a aquellos que no solo arrebatan vidas, sino la tranquilidad de familias completas.
Las mujeres avanzaron con firmeza, por una plaza con múltiple exposición de los que han dañado. En algunos casos con su fotografía y en otros, nombre y apellido.
Sobre Los Bravo, parientes de víctimas avanzaron al centro del contingente.
Fue como observar un río de rostros desencajados fluir. Semblantes de quienes no han encontrado respuesta y denuncian agresiones, desaparición, amenazas.
Sin embargo, se trató de expresiones que dejaron atrás el temor y desde la calle reclamaron derechos.
Las mujeres echaron mano de la creatividad en sus carteles, trazos, mantas, lonas… en cada frase con puño y letra pusieron el corazón.
Así, transitaron por Eje Vial. Y la fachada de la Fiscalía General del Estado -o la acera que abarca- fue el sitio en el que las mujeres plasmaron condena, a través de grafiti o expresiones multicolor que se creían ahogadas en la impunidad.
En esta ruta cayó la tarde. No así la intensidad de la protesta.
Los pasos llevaron a las mujeres más allá del Carmen y a la plaza de los Fundadores.
Con ello, las miradas apuntaron al Edificio Central.
Entre vidrios rotos, solo un instante se necesitó para que mensajes de reclamo, acusaciones y calificativos vistieran la fachada.
Las consignas escalaron de nivel y con ello, las llamas recorrieron la puerta del inmueble.
El calor, los gritos y movilización se dispersó antes que la noche cayera, en esta emblemática fecha en que las mujeres se hermanaron, sin permitir que el fuego interno de su causa sofocara.
Por: Paulina Rodríguez