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EUA acepta avión de Catar como nuevo Air Force One

Este miércoles, el gobierno de Estados Unidos confirmó que aceptó formalmente un Boeing 747 donado por Catar para que sea adaptado como el próximo avión presidencial, Air Force One, una decisión que ha generado una fuerte ola de críticas por los posibles riesgos en materia de inteligencia y seguridad nacional.

El portavoz del Pentágono, Sean Parnell, informó que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, aprobó la aceptación del avión “en conformidad con todas las normas y reglamentos federales”. Aseguró también que el Departamento de Defensa garantizará que la aeronave cumpla con todos los estándares de seguridad y funcionalidad requeridos para transportar al presidente.

La oferta catarí, filtrada a mediados de mes, fue inicialmente recibida con escepticismo tanto en sectores del Congreso como en medios de comunicación, especialmente por los republicanos, quienes cuestionan la viabilidad y los costos de modificar un avión extranjero para adaptarlo a los exigentes protocolos del Air Force One.

En su red social Truth Social, el presidente Donald Trump celebró el gesto del gobierno de Catar, asegurando que sería “estúpido rechazar un avión gratis y carísimo”, aunque aclaró que no se trata de un regalo personal. Añadió que, al terminar su segundo mandato en 2029, lo dejaría en su biblioteca presidencial.

El primer ministro catarí, Mohamed bin Abdulrahmán, defendió la entrega como un acto “normal entre aliados”, negando que se tratara de un “soborno”. No obstante, una investigación de CNN reveló que fue el propio gobierno republicano quien solicitó la aeronave al reino del Golfo, contradiciendo la versión oficial de que Catar habría hecho la oferta de manera espontánea.

La decisión ha desatado críticas desde varios frentes. Un grupo de senadores demócratas del Comité de Relaciones Exteriores del Senado acusó que aceptar el avión viola las disposiciones constitucionales que prohíben a funcionarios aceptar regalos de gobiernos extranjeros, además de representar un “claro conflicto de interés” y un riesgo de “influencia extranjera”.

El contexto se agrava por los retrasos en el proyecto original del nuevo Air Force One. Durante su primer mandato, Trump destinó 3,900 millones de dólares a Boeing para fabricar dos nuevos 747-8 modificados, pero la Casa Blanca anunció en febrero que las entregas se retrasarán al menos hasta 2029, con un desfase de cinco años desde que se adjudicó el contrato en 2018.

Transformar el lujoso avión catarí en una aeronave presidencial plenamente funcional implicará una inversión adicional de cientos de millones de dólares y un proceso técnico que podría tardar hasta dos años. Entre las adaptaciones se incluyen sistemas de defensa, equipos de comunicación encriptada y refuerzos estructurales.

Incluso dentro del Partido Republicano han surgido críticas. El senador Ted Cruz advirtió que aceptar el avión “plantea serios problemas de espionaje y vigilancia”, mientras que el demócrata Jack Reed cuestionó la posibilidad de que una nación extranjera tenga acceso a tecnologías y protocolos sensibles del aparato de seguridad presidencial estadounidense.

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