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País detenido: corrupción, inseguridad y desempleo como política de Estado

A siete años de haber asumido el poder, Morena y su gobierno no han dado respuesta a los problemas que aquejaban a México en 2018. Por el contrario, su estrategia ha consistido en administrarlos, perpetuarlos e incluso agravarlos. La corrupción, la inseguridad y el desempleo no solo persisten, sino que se han convertido en parte de un modelo político que privilegia la simulación por encima de la solución.

En materia de corrupción, el discurso de la “honestidad valiente” quedó reducido a una consigna vacía. Lejos de erradicar viejas prácticas, Morena las institucionalizó bajo nuevas formas: contratos adjudicados a discreción, empresas fantasma que resurgen bajo otro nombre, y una opacidad que ha sido blindada desde el poder para impedir cualquier fiscalización seria. La corrupción ya no se combate; se administra desde Palacio Nacional.

La inseguridad, por su parte, se ha normalizado como parte del paisaje nacional. El pacto tácito con el crimen organizado se refleja en territorios sin ley, en la multiplicación de extorsiones y en la vida cotidiana de millones de mexicanos que viven con miedo. Los abrazos sustituyeron a las balas en el discurso, pero en los hechos se tradujeron en más homicidios, desapariciones y desplazados. La autoridad dejó de gobernar y cedió el control de amplias regiones del país a grupos delincuenciales.

En lo económico, el desempleo y la informalidad siguen siendo la norma para millones de familias. Las promesas de un crecimiento sostenido nunca llegaron; en su lugar, el país se sostiene artificialmente en programas clientelares que generan dependencia, no productividad. La inversión extranjera se ha retraído frente a un clima de incertidumbre y arbitrariedad, mientras que el talento joven se enfrenta a la frustración de un mercado laboral precario y sin horizontes.

A ello se suma el deterioro de servicios públicos esenciales como la salud y la educación, que en lugar de mejorar han retrocedido a niveles alarmantes. Hospitales sin medicinas, escuelas sin infraestructura y maestros desmotivados son la evidencia palpable de un gobierno que, en vez de invertir en el futuro, ha hipotecado el presente para sostener un modelo político-electoral. Esta negligencia condena a las nuevas generaciones a menos oportunidades y más desigualdad.

La política de Estado de Morena no ha sido resolver problemas, sino sostenerlos como mecanismo de control. La corrupción asegura recursos para sus redes, la inseguridad genera miedo que paraliza a la sociedad, y el desempleo alimenta la dependencia de programas sociales. En lugar de ser un gobierno transformador, Morena se convirtió en un sistema que vive de las carencias de los mexicanos. México no está en movimiento: está detenido, atrapado en un modelo que le niega futuro.

Alejandro Moreno, Presidente Nacional del PRI

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