Con AMLO, desconfianza empresarial, nulo crecimiento e inversión diluida: analistas de la IP
México.- .- El gobierno de Andrés Manuel López Obrador llega a su primer informe de gobierno no sólo sin poder echar andar el motor interno de la economía nacional –estancado en cifras que rondan el 0%–, sino también sin poder levantar la confianza de los inversionistas; a ello se suma el desencanto de los consumidores, quienes ya sienten los impactos por el débil comportamiento económico.
El discurso y algunas acciones del tabasqueño han causado merma en “los espíritus animales” de la economía; es decir, en aquellos que, en términos del economista y filósofo inglés John Maynard Keynes, se ven impulsados por la confianza y no sólo por variables económicas.
En entrevista con Proceso, el director de Estudios Económicos de Citibanamex, Sergio Luna sostiene: “También es necesario que haya hambre empresarial. Hay que tener apetito de hacer negocios, no solamente es hacer dinero, es emprender, de ahí viene la parte en que vemos (a los empresarios) un poco apagados y en duda”.
En el balance económico de los primeros nueve meses de la llamada “Cuarta Transformación” esos espíritus se han manifestado de forma intermitente; en el peor de los casos, no han aparecido.
Luna explica que en ello influyeron mucho las señales de la administración, como la cancelación del aeropuerto de Texcoco, que impactó en las expectativas de los que Keynes llamaba “los espíritus animales”. Ahora, señala, “la inversión en el sector privado la vemos titubeante”.
“Los motores que están medio apagados son los del mercado interno. La inversión es lo que más nos inquieta. Ese venía débil desde la toma de posesión de López Obrador. Tenemos un par de años de debilidad, derivada de la incertidumbre por la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte”, expone.
En el mismo sentido, el director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), José Luis de la Cruz Gallegos, explica que, durante los años previos, normalmente el sector privado había sido cauteloso con las propuestas económicas del presidente López Obrador y, en general, de los gobiernos de izquierda.
Luego advierte que “era fundamental que en los primeros meses se generara una confianza sobre las acciones; es decir, que al final del día, entendiendo que se tenían que hacer cambios políticos y sociales, al menos la parte de inversión tuviera cierta estabilidad”.
El también presidente de la Comisión de Estudios Económicos de la Confederación de Cámaras Industriales de la República Mexicana (Concamin) remata: “Entonces me parece que eventos como el del aeropuerto (de Texcoco), evidentemente la cancelación de algunos contratos en la parte energética, terminaron por dar señales que abonaron la incertidumbre. Por otro lado, me parece que el trabajo que ha hecho la Oficina de la Presidencia con Alfonso Romo, de generar esta certidumbre, son los elementos con los que se ha tratado de evitar esta volatilidad. Sin embargo, en términos generales, todavía se conservan algunas dudas que va a ser importante disipar, para tratar de fortalecer la inversión en el país”.
De acuerdo con el más reciente reporte de Finanzas públicas y la deuda a julio de 2019, publicado el pasado 30 de agosto por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), la inversión física, impulsada por el gobierno, se desplomó 15.8% real entre enero y julio, comparado con el mismo periodo del año pasado.
El mismo titular de la SHCP, Arturo Herrera, reconoció la semana pasada que México tiene “bajos niveles de inversión”, con menos de 23% del Producto Interno Bruto (PIB), comparado con otros países de América Latina.
“Nuestro país necesita más inversión… Tiene niveles relativamente bajos comparados con América Latina, invertimos alrededor de 23% del PIB, esa parte incluye tanto la inversión pública como la privada. Tenemos que cambiar la composición del gasto, dirigirlo a gasto de inversión, el incremento más importante fue a Pemex, con 40%, y lo segundo tiene que ver con el sector privado”, explicó el encargado de las finanzas públicas del país.
La importancia de la inversión radica en que cuando un privado invierte en capital fijo de forma productiva puede generar un mayor número de empleos, es más eficiente y competitivo, y puede invertir en investigación y desarrollo para mejorar la calidad de sus productos.
Mientras que cuando el gobierno invierte en infraestructura y obra pública genera mejores condiciones para reducir los costos de transporte, producción y logística, según la organización México ¿Cómo Vamos?
La inversión va ligada a la confianza y es ahí donde el gobierno no ha podido lograr la sinapsis.
De hecho, dentro de la Junta de Gobierno del Banco de México se alerta sobre la situación.
De acuerdo con la Minuta Número 69, que dio cuenta de la más reciente reunión de la Junta de Gobierno –a la que asistieron el titular de la SHCP; el gobernador del Banxico, Alejandro Díaz de León, así como los cuatro subgobernadores del banco central y el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio–, uno de ellos lanzó:
“La inversión privada se ha visto frenada por la elevada incertidumbre que prevalece en el país, en parte como resultado de factores externos, pero aparentemente en mayor medida por la insuficiente claridad de algunas políticas públicas y un entorno interno que se percibe, en general, desfavorable para la inversión.”
Al respecto, en la minuta que fue dada a conocer el pasado 29 de agosto, ese integrante de la Junta de Gobierno –cuya identidad el documento no precisa– detalló que más de tres cuartos de los analistas del sector privado encuestados por el Banco de México consideran que la coyuntura actual no es favorable para realizar inversiones.
Y que los principales obstáculos al crecimiento se vinculan a condiciones económicas internas, así como a problemas de gobernanza, entre ellos la incertidumbre sobre la situación política, y los problemas de inseguridad pública y de falta de estado de derecho.
De acuerdo con el IDIC, en contraste con sexenios anteriores, el promedio del PIB durante el primer semestre es el más bajo de los últimos cuatro sexenios, con 0.2%.
Los primeros seis meses del gobierno de Enrique Peña Nieto tuvieron un crecimiento de 1.9%; el de Felipe Calderón, 2.1%; el de Vicente Fox, arrancó en su primer semestre con un PIB ubicado en 0.7%.
Mientras que Ernesto Zedillo tuvo que sortear la crisis del llamado “error de diciembre”, por lo que la economía se desplomó 5.3% en el primer semestre de su gobierno.
López Obrador no tiene en el panorama crisis financiera internacional. Sin embargo, De la Cruz Gallegos explica a este semanario que la “Cuarta Transformación” heredó una economía que estructuralmente crece poco.
“Es decir, el presidente López Obrador heredó un aparato productivo cuyo crecimiento potencial realmente oscila entre 2% y 2.5%. Estructuralmente ya veníamos marcados y afectados por este crecimiento crónico”, dice.
Otro elemento que destaca es que también recibió una desaceleración en la parte industrial, especialmente en la parte de construcción y en la parte energética.
“Ahí sí me parece que el diagnóstico que hizo la nueva administración durante la transición y en la presentación del Paquete Económico en diciembre pasado, subestimó el efecto de la desaceleración y sobreestimó la capacidad de crecer al menos 2%. Entonces su escenario fue inercial y pensó que los ajustes en las finanzas públicas se iban a implementar sin causar impacto a la economía”, abunda el exdirector del Centro de Investigación en Economía y Negocios y del Departamento de Economía y Finanzas en el Tecnológico de Monterrey.
El gobierno de López Obrador cometió otra pifia: instrumentar una reducción al gasto, sobre todo a la inversión pública, con el propósito de construir una nueva arquitectura en las finanzas públicas, pero ello generó un freno a la economía.
“A inicios del año se exacerbó la desaceleración industrial y empezaron a sentirse algunos efectos del sector externo que en el segundo semestre se van a exacerbar aún más. Entonces, sin que exista una crisis externa todavía, los factores internos son los que acaban por hacer que se frene la economía y cuando esto llegó al mercado laboral, por ahí de abril y mayo, el consumo terminó agregándose a esta baja dinámica”, concluye De la Cruz Gallegos.
No en balde la confianza del consumidor también ha venido a la baja. En julio pasado acumuló su quinto mes consecutivo a la baja, después de que en febrero tocó su máximo nivel histórico, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). En tan sólo cinco meses, el Índice de Confianza del Consumidor pasó de 48.6 a 43 puntos. O lo que es lo mismo, la confianza se derrumbó 11.5% en prácticamente medio año.
Como se mencionó, el crecimiento de la economía mexicana fue de 0.2% en el primer semestre del año; las actividades primarias o agropecuarias amortiguaron el bajo desempeño de la economía en su conjunto, con una expansión de 3.5%, en comparación con otros sectores como el industrial o secundario, que disminuyó 1.8%, y el terciario o de servicios, comercio y turismo, que apenas logró aumentar 0.9% en los primeros seis meses del año.
Sin embargo, la cifra para nada es alegre, ya que el sector vive su propia problemática, de acuerdo con el presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), Bosco de la Vega, quien comenta a Proceso:
“La preocupación para nosotros está en el débil crecimiento económico, en el estado de derecho y en la inseguridad que se está volviendo un tema delicado en el sector agroalimentario. Estamos viendo los proyectos de infraestructura detenidos. Nuestro país rezagándose en este tema es un cuello de botella que vamos a pagar en el mediano plazo.”
Además del recorte en las representaciones internacionales, en materia de comercio, el líder del sector empresarial primario reprocha:
“Los robos de maquinaria, fertilizantes, equipo, los secuestros, el robo a camiones y ferrocarriles van en aumento. Tenemos un tema de delincuencia y estado de derecho que nos está complicando, pero en serio. El sector agropecuario venía con tasas de crecimiento de 8%, ahora de 3%. La Cuarta Transformación aseguró que iba a ser el agropecuario un sector pilar y no se ha visto así.”
Bosco de la Vega, que representa al sector primario; José Luis de la Cruz, experto en política industrial, y Sergio Luna, director de análisis económico de Citibanamex, coinciden en que el Paquete Económico –que el Ejecutivo presentará el domingo 8 a la Cámara de Diputados– existe una oportunidad para darle una vuelta de tuerca a la inercia del crecimiento económico, a través de la inversión y con un superávit primario de 0.5%.
“Si en lugar de un superávit primario de 1% te fueras a uno más chico, de medio punto del producto, y el otro medio punto lo invirtieras bien en términos de impacto, que tenga rentabilidad, si son proyectos bien sustentados, yo creo que nadie en el mercado objetaría un uso así de los recursos. Hay que tratar de que por cada peso que se invierta tengamos el mayor impacto en crecimiento económico”, sugiere Sergio Luna.
Para el director del IDIC, “al final del día, yo creo que México acaba ejerciendo entre 500 mil y 600 mil pesos de inversión física. El gobierno acaba generando compras por otros 500 mil millones de pesos. Si juntamos esas cantidades, con ajustes y recortes estamos hablando de que hay un paquete de 1 billón de pesos, entre inversión y gasto de gobierno, si se priorizan sectores estratégicos, si se prioriza a las empresas en el desarrollo del país, es decir, en el contenido nacional”.
A su vez, el líder del CNA asegura que sí hay recursos en el presupuesto. “Nos han ido quitando presupuesto. Si querían un superávit de 1%, es muy probable que lo puedan bajar a 0.5%, y ahí sobra dinero. Hay muchas áreas en las que se puede ahorrar, pero si el ataque es a la pobreza, si se quiere tener más divisas, se tiene que invertir en el sector”.
En suma, en materia económica, López Obrador dará su primer informe en un contexto de desconfianza empresarial y de los mexicanos de a pie; además con el motor interno golpeado por la reducción del gasto y con la inversión diluida en sus discursos “ambivalentes”.