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SEGOB advierte sobre el reclutamiento de menores por el crimen organizado a través de videojuegos y redes sociales

México.- El reclutamiento de menores por parte del crimen organizado en México ha adoptado un nuevo enfoque, utilizando videojuegos y redes sociales para atraer a jóvenes. Un caso destacado es el de Diego, un adolescente de 15 años que fue contactado a través de Xbox y llevado a Reynosa, Tamaulipas, junto a otros menores. A pesar de ser reclutado, logró ser rescatado gracias a la intervención de un colectivo de madres buscadoras y autoridades.

La Secretaría de Gobernación (Segob) ha señalado esta problemática a través del Observatorio Nacional de Prevención del Reclutamiento de Niñas, Niños y Adolescentes por parte de la Delincuencia Organizada (Onprenna), aunque no existen cifras precisas sobre el número de menores afectados. El informe del Plan de Acción 2019-2024 destaca que las invitaciones a participar en actividades delictivas se realizan principalmente a través de redes sociales y videojuegos, con métodos que incluyen amenazas directas e indirectas y promesas engañosas de empleo.

Se identifican 18 estados en México con altos índices de reclutamiento, vinculados a la presencia de numerosos grupos delictivos. Según la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), entre 145 mil  y 250 mil menores están en riesgo de ser reclutados.

Expertos advierten que la narcocultura se infiltra en los videojuegos, idealizando el estilo de vida de los delincuentes y presentando un atractivo engañoso para los jóvenes. La falta de oportunidades laborales y la pobreza son factores que contribuyen a este fenómeno.

Las redes sociales y comunidades de videojuegos se han convertido en espacios propicios para el reclutamiento, donde los delincuentes generan confianza antes de involucrar a los jóvenes en actividades criminales. Se enfatiza la necesidad de eliminar estigmas y prejuicios sobre el reclutamiento, destacando que muchos jóvenes son manipulados emocionalmente por los delincuentes.

No obstante, la solución no radica en prohibiciones, sino en la supervisión activa de padres, educadores y amigos sobre las actividades de los menores en línea.

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