SLP.- De forma distinta se conmemoró este 16 de julio a la Virgen del Carmen, con acceso restringido en el templo y la supervisión de la Guardia de Honor.
Además, la contingencia sanitaria ameritó que este año no se emitieran permisos para la instalación de puestos ambulantes en las inmediaciones.
Para los fieles, la fe prevalece. Esperaron pacientes al exterior del Templo de Nuestra Señora del Carmen.
Algunos con arreglos florales, otros portaban el escapulario.
A cada celebración eucarística asistirían máximo 90 personas.
Al completar el número, se hacía fila para la siguiente.
María Socorro López Gatica relató que desde la niñez le fue impuesto el escapulario.
El fervor no se pierde, aunque las circunstancias hayan modificado todo.
Cada semana acude a misa con su esposo y esta fecha resulta muy especial.
Al interior del templo se intercaló a los fieles, tras pasar por los tapetes sanitizantes y recibir alcohol en gel.
Se permitía que se sentara una persona en una banca y dos en la siguiente.
En ninguna se autorizaron tres.
Claudio Adolfo Araujo -quien pertenece a la Guardia de Honor de la Virgen del Carmen- enfatizó que todos los asistentes deben portar cubrebocas.
Hay más de una decena de grupos de apostolado y colaboran para llevar la festividad ahora diferente, pero que no deja de ser hermosa.
Quienes desearan entrar a rezar o saludar a la Virgen, eran admitidos por cinco minutos y debían salir por la puerta lateral.
La bendición de escapularios se hacía al término de cada misa, sin que los creyentes se acercaran al altar.
Se les dijo que el sacerdote haría la bendición desde ahí y no debía pensarse necesario que a todos cayera agua, sino comprender que la oración del padre y la fe es suficiente.
Al término, el recinto era sanitizado.
Por: Paulina Rodríguez