SLP.- Pese la existencia de papeleras para residuos ocasionales a lo largo de Calzada de Guadalupe, hay a quienes se les hace fácil tomar los desechos, depositarlos en bolsas plásticas y dejarles colgados en el barandal del andador central.
No hay que dar muchos pasos, menos cansarse… para encontrar un depósito disponible por aquello que se genera en el camino.
En la calle se puede encontrar gente que no espera a tirar la goma de mascar, pañuelos, envases de café, envoltorios de dulces, cubiertos de plástico y otras cosas.
Hay quienes poco les importan aventarlo a la calle, ya sea desde la ventanilla del coche o a pie.
Otros la juntan y dejan en un sitio por el que ni siquiera pasaría el camión de recolección, sino personal con un carrito que empujan conforme una ruta y zona asignada.
Con la comodidad de que alguien más se la llevará, hay personas que tiran la basura donde les place.
La falta de respeto hacia terceros; o el poco interés de dar una buena imagen les hace mostrar confianza plena en el sentido de que otro pasará por sus desechos y se encargará de todo.
En el andador central de la Calzada de Guadalupe fueron colgadas unas bolsas con lo que una o varias personas ya no quisieron.
No se trata de la falta de papeleras para que cada quién coloque lo que no desea en su lugar, sino las ganas de exhibir que de educación es de lo que se carece.
En algunos tramos no pasan ni 20 metros, cuando ya hay una papelera y otra -y otra-.
De darse el beneficio de la duda, quizá una persona vio la basura esparcida y optó por recogerla al menos así. Pero ello hablaría peor del resto.
Autoridades han aclarado que los botes que solía manejar Plastic Omnium no fueron habilitados para contener la basura que se saca continuamente del hogar, centro de trabajo o negocios.
Tampoco tiene tal función el barandal del andador de uno de los sitios de gran significado, no solamente en festividades religiosas; sino como camino cotidiano de innumerables personas y espacio público.
Hay quienes definen lo que son, a través de sus acciones.
Por: Paulina Rodríguez