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Zafarrancho en el Cabildo Capitalino provoca daños y agresiones.

SLP.- Lo que tenía que ser la décimo tercera sesión ordinaria de cabildo, terminó en golpes, destrozos, escupitajos, jaloneos y hasta el robo de un micrófono.

El recinto de los importantes acuerdos, tomas de protesta, votaciones que deberían traer equilibrio a la ciudad… este lunes fue la zona de conflicto, con bandos que reventaron el orden del día.

Como si se tratara de un grupo de choque que asemejaba cercanía con el regidor perredista, Eloy Franklin Sarabia, eran manifestantes colgados del caso de la ex funcionaria de la Oficialía 11, Teresa Carrizales y lanzaron consignas.

Las protestas se salieron de control, cuando la conocida como Paloma Gallardo hizo caso omiso al acordonamiento e irrumpió en la sesión.

Parada cerca del alcalde, Xavier Nava y del Secretario General, Sebastián Pérez perdió el control.

De ahí, todo estalló.

Tomó de uno de los micrófonos y comenzó la batalla campal.

Por un lado, la misma mujer empezó a empujar a una de las presentes y del otro lado, rostros conocidos como los comerciantes Juan Antonio Rodríguez Chessani y Arturo Pérez Alonso, se encontraban entre la gresca.

Lejos de actuar como un honorable representante de la sociedad, Eloy Franklin incitó al intercambio de gritos y agresiones.

El resto de regidores, entre palabras altisonantes, golpes y jaloneos, salieron escoltados.

Incluso a los agitadores poco les importó arriesgar a una menor.

Luego del alegato que parecía eterno entre Franklin Sarabia y un grupo de personas, éste abandonó la sala de cabildo con gente afín.

El pleito se extendió a las escaleras de Palacio Municipal, ya convertido en pocilga; donde los incitadores bañaron de refresco a supuestos adversarios.

Por lo menos un cuarto de hora pasó, para que se admitiera de nueva cuenta el ingreso a la Sala de Cabildo.

Espacio transformado en chiquero, con rastro de pancartas rotas, cristales quebrados, vasos tirados y el mantel visiblemente manchado.

La sesión solo duró unos minutos.

Los actos de violencia ya descritos, propiciaron que se declarara privada.

Por: Héctor Morán

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