- Los participantes en las protestas queman una bandera china y causan destrozos en estaciones de metro
Los manifestantes contra el Gobierno en Hong Kong ocuparon este domingo un centro comercial, causaron serios daños en una estación de metro y su amenaza de ocupar el aeropuerto hizo que se cortaran los accesos a estas instalaciones durante horas, causando retrasos en algunos vuelos.
Con los ánimos aún muy caldeados entre la población tras los enfrentamientos del sábado entre manifestantes y Policía, en la decimotercera semana de protestas, miles de jóvenes manifestantes se acercaron este domingo hasta el aeropuerto, sobre el que impera una orden contra la celebración de protestas después de que hace dos semanas los estudiantes lo ocuparan en una iniciativa que causó la suspensión de todos los vuelos y se tornó violenta.
A petición del Gobierno autónomo, y de la autoridad aeroportuaria, la compañía encargada del Metro de Hong Kong ha cerrado la línea directa de tren a las instalaciones, lo que de inmediato ha comenzado a generar fuertes atascos en la carretera de acceso a Lantau, la isla donde se encuentra el aeropuerto. La Policía ha establecido puestos de control en los accesos, inspeccionando cada vehículo que intentaba entrar. Muchos viajeros se vieron con la única alternativa de caminar arrastrando sus maletas desde la estación de metro abierta más cercana, a una hora a pie.
La mayor parte de la protesta transcurrió en el exterior de las terminales, dada la prohibición de manifestaciones en el interior. Una vez que la Policía, en uniforme antidisturbios, ha acudido a disolver las protestas, muchos de los participantes han optado por abandonar la zona. Algunos llegaron hasta Tung Chung, la estación de metro más próxima, donde varias decenas de jóvenes más radicales, vestidos completamente de negro y con la cara oculta, han prendido fuego a una bandera de China y han causado numerosos destrozos.
“No olvidar el 31 de agosto”, se leía en una de las pintadas, en una aparente alusión a los sucesos del sábado, que concluyeron con una aparatosa intervención de la Policía en el interior de una estación de metro para detener a varios manifestantes. Los participantes en las protestas han comparado los vídeos del incidente, ampliamente circulados en las redes sociales en Hong Kong, con el ataque de supuestos miembros de tríadas (mafias locales) en julio pasado a manifestantes que intentaban tomar el metro, ante la aparente pasividad de la Policía.
“Honor para Hong Kong”, se leía en otra pintada. Daños similares en las máquinas expendedoras y los tornos ocurrieron en otras paradas de metro. La empresa gestora del sistema de transporte subterráneo, MTR, se ha convertido en uno de los objetivos favoritos de los manifestantes desde que, a sus ojos, no hizo lo suficiente por proteger a sus pasajeros de los ataques de las tríadas y se ha mostrado excesivamente dispuesta a colaborar con la Policía.
La desconexión entre la Policía, hace años un cuerpo de gran popularidad, y la población, que se ha extremado durante las protestas, quedaba de manifiesto una vez más cuando los agentes acudieron a la estación. Con los participantes en las protestas ya lejos del lugar desde hacía rato, decenas de vecinos salieron a la calle para increpar a los agentes.
“¡Cómplices de las tríadas, fuera de aquí! ¡Perros, marchaos!”, abucheaban los residentes a los agentes, aplaudiendo tras su marcha.
“Esto va para largo”, opinaba Nick, un contable de 32 años. “La gente ya no se fía de la Policía. Se han comportado de manera brutal, y no hay manera de hacer que rindan cuentas”.
La creación de una comisión independiente que investigue el comportamiento de la Policía en las protestas es, precisamente, una de las cinco demandas que plantean los manifestantes en lo que se ha convertido la mayor crisis política en Hong Kong desde su regreso a la soberanía china en 1997, y el mayor desafío al control de Pekín en años.
Los manifestantes exigen también la dimisión de la jefa del gobierno autónomo, Carrie Lam; la puesta en libertad de los detenidos en las protestas; la retirada definitiva del polémico proyecto de ley de extradición, ahora suspendido, que desató las manifestaciones; y la apertura de un proceso de reformas democráticas. Precisamente, las movilizaciones del sábado marcaban el quinto aniversario de la presentación de una propuesta de Pekín de reforma del sistema electoral que causó un fuerte rechazo entre sectores de la población. Ese rechazo desató las protestas conocidas como Movimiento de los Paraguas, predecesoras de las actuales.