México.- Con la entrega del Premio Benefactor de la Danza a los coreógrafos Nellie Happee y Carlos López por su trabajo en pro de la disciplina, y la participación de la bailarina rusa Kristina Kretova del Ballet Bolshoi, concluyó Danzatlán 2019.
En la ceremonia, antes de presentarse el ballet de “Giselle” con la Compañía Nacional de Danza y la invitada rusa Kretova en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, se entregó el reconocimiento a los coreógrafos Happee y López, quienes agradecieron profundamente este honor.
La bailarina Elisa Carrillo, ganadora del Benoit de la Danse, mencionó que desde su origen la Fundación que lleva su nombre se propuso promover en México el gusto por la danza y contribuir a elevar la calidad de esta disciplina en el país, pero sobre todo apoyar el talento de niños y jóvenes para este arte.
Al llevar sus tareas, la Fundación también ha considerado justo y necesario reconocer a las personas que de manera sobresaliente contribuyen al desarrollo de sus artes y en especial de la danza.
Para ello ha establecido el Premio Benefactor de la Danza como reconocimiento que se entrega y que “estamos consolidando como una tradición dentro de las actividades.
“En esta ocasión se entrega por segunda vez el reconocimiento y fueron seleccionados para recibirlos dos coreógrafos de larga trayectoria que han dedicado los mejores años de sus vidas a trabajar para el desarrollo de la danza en nuestro país”, expresó la primera bailarina del Staatsballet Berlin.
Luego de la entrega del premio se presentó “Giselle”, coreografía de Anton Dolin sobre la original de Jean Coralli y Jules Perrot, con música de Adolphe Adam, que ofreció la Compañía Nacional de Danza, que codirigen Elisa Carrillo y Cuauhtémoc Nájera, y contó con la solista principal del Ballet Bolshoi, Kretova.
Las miradas del público se centraron en la actuación de la bailarina rusa, que recibió aplausos desde su salida al escenario; después de interpretar a la joven y bella aldeana Giselle la gente se le entregó más.
La historia de la obra de “Giselle” se sitúa en una pequeña y tranquila aldea de Renania, donde los campesinos se reúnen para celebrar la vendimia.
Hilarión, el cazador del pueblo y guardabosques de la corte, se enamora profundamente de Giselle, una joven campesina quien le ha dado todo su afecto a otro muchacho de nombre Loys, un joven conde disfrazado que en realidad se llama Albrecht, y a partir de este conflicto salen espíritus de bellas damas que mueren vestidas de novia antes de llegar al altar.