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El Papa canoniza a la primera santa brasileña

El Papa Francisco canonizó este domingo en la basílica de San Pedro a Dulce Lopes Pontes, que se convirtió en la primera santa nacida en Brasil, además de al cardenal John Henry Newman, sacerdote converso del anglicanismo, y a otras tres santas: Giuseppina Vannini, María Teresa Chiramel Mankidiyan y Margarita Bays.

La nueva santa latinoamericana, cuyo verdadero nombre era Maria Rita Lopes, nacida en 1914, de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios, fue proclamada santa ante numerosos obispos, religiosos y misioneras de su país que asistieron al sínodo para la defensa de la Amazonía.

«Hoy damos gracias al Señor por los nuevos santos, que han caminado en la fe y ahora invocamos como intercesores», declaró el papa Francisco en un discurso el domingo. «Tres son religiosas y nos muestran que la vida consagrada es un camino de amor en las periferias existenciales del mundo», agregó.

En la ceremonia solemne estuvo presente el heredero al trono británico, el príncipe Carlos.

Frente a la fachada de la basílica, lucía un enorme retrato de la misionera, conocida con el nombre de Dulce, y de los otros cuatro santos.

Al igual que la Madre Teresa de Calcuta, la Hermana Dulce entregó su vida al servicio de los necesitados y desarrolló una obra social en su natal Bahía donde fundó varios hospitales de caridad y una red de apoyo social que dirigió hasta su muerte en 1992, a los 77 años de edad.

La religiosa figura en su biografía oficial como la fundadora de la Unión de los Trabajadores de San Francisco, un movimiento cristiano de trabajadores en Bahía (Brasil) y del hospital de Sant’Antonio.

La nueva santa alcanza la gloria de los altares gracias a dos curaciones inexplicables, según el proceso de beatificación iniciado en 1999.

La religiosa conoció al Papa Juan Pablo II, con quién tuvo dos reuniones en 1980 y en 1991, cuando se encontraba hospitalizada por problemas de salud.

Su humanismo y sus obras de caridad llevaron al entonces presidente de Brasil, José Sarney, a postularla en 1988 al Premio Nobel de la Paz. Fue beatificada por Benedicto XVI en 2011 tras la comprobación de un primer milagro, tal como fijan las normas del Vaticano.

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