- Tras dejar el premio vacante el año pasado debido a escándalos de acoso sexual, la academia sueca resarcirá esto reconociendo a dos autores
La Academia Sueca, que tuvo que aplazar el Premio Nobel de Literatura de 2018 por un escándalo sexual en plena era del #MeToo, otorgará el jueves dos galardones para tratar de recuperar su prestigio.
El escándalo reveló los secretos que ocurrían en el interior de una institución carcomida por las intrigas y las prebendas, destruyendo la fama de una nación luterana construida sobre los valores de la transparencia, la honradez y la igualdad.
Tras la intervención del rey, las renuncias en cadena, una reforma de los estatutos y los violentos ataques de la prensa, los guardianes del templo aspiran a hablar solo de literatura.
Como cada año desde 1901, los pronósticos apuntan a una multitud de nombres, aunque la academia guarda el secreto de la votación de sus 18 miembros hasta el último momento.
En las apuestas suenan la escritora francesa de la isla de Guadalupe Maryse Condé, el autor keniano Ngugi Wa Thiong’o y la poetisa canadiense Anne Carson.
La Academia Sueca, creada en 1786 fundada en el modelo de la antigua Academia Francesa, tuvo que aplazar un año el anuncio del Nobel de Literatura 2018, algo sin precedentes desde hacía 70 años.
La institución no consiguió ponerse de acuerdo en cómo gestionar las revelaciones de agresiones sexuales de un francés, Jean-Claude Arnault, influyente personalidad de la escena cultural sueca.
Casado con una académica, Arnault recibía generosos subsidios de la academia, se vanagloriaba de ser «el miembro 19» y, según testigos, revelaba el nombre de los futuros laureados a sus amigos.
Los académicos se enfrentaron encarnizadamente sobre la manera de cómo afrontar la crisis, causando renuncias sucesivas, entre ellas la de la secretaria permanente Sara Danius.
Jean-Claude Arnault fue condenado por su parte a dos años y medio de cárcel por violación.
Los nombres de los laureados del Nobel de Literatura serán revelados el jueves.
Los críticos interrogados por la AFP predicen nombres consensuales, entre ellos al menos una mujer, tal vez la china Can Xue, la rusa Lyudmila Ulitskaya, la estadounidense Joyce Carol Oates, o la polaca Olga Tokarczuk.
El Premio de Nobel de Literatura ha sido otorgado a solo 14 mujeres frente a un centenar de hombres desde la creación de su creación, en 1901.
Entre los autores masculinos, destacan en los pronóstico el poeta y novelista rumano Mircea Cartarescu, el japonés Haruki Murakami o el checo Milan Kundera, nacionalizado francés.
Para Svante Weyler, escritor y exeditor, la Academia Sueca y el premio pueden recuperar su prestigio, «pero solo con una selección muy acertada de los laureados».
Según él, la «Svenska Akademien» optará por nombres clásicos que tengan gran reconocimiento en los medios literarios y entre el público.
Pero «de ninguna manera alguno que pueda causar una controversia política», señala.
El periodista y escritor francés Olivier Truc, autor «L’Affaire Nobel (El caso Nobel)», publicado en Francia por la editorial Grasset, indica que la institución ya fue objeto de controversias «cuando otorgó el premio a dos de sus miembros en ejercicio», refiriéndose a la decisión de dar el premio en 1974 a Harry Martinsson y Eyvind Johnson.
En 2016, la elección del músico estadounidense Bob Dylan también causó fuertes críticas en el mundo de las letras.
Otro caso es cuando el ganador no acepta un premio a sus ojos desvalorizado, como ocurrió en 1964 con Jean-Paul Sartre, advierte la crítica sueca.
El comité del Premio Nobel, compuesto normalmente por cinco miembros que recomiendan a un laureado al resto de la academia, debe incluir en 2019 y 2020 «cinco expertos exteriores», especialmente críticos, editores y autores de entre 27 y 73 años.
Después del escándalo, estos nombramientos exteriores fueron impuestos por la Fundación Nobel, que financia el premio.
«Los cambios fueron muy fructíferos y tenemos esperanza para el futuro», declaró a la AFP el nuevo secretario permanente, Mats Malm, días antes del anuncio de los laureados.
Pero para muchos el mal ya está hecho.
«Después de haber estado asociado a la literatura de primer orden, el Premio Nobel está ahora relacionado para muchos a #MeToo… y a una organización que tiene fallas de funcionamiento», se lamenta Madelaine Levy, crítica en el diario Svenska Dagbladet.
«Queda aún mucho trabajo por hacer, estamos seguros», señala por su parte Malm.