Londres.- Los británicos son conocidos en todo el mundo por su puntualidad, lo cual en cierta forma se debe a que acostumbran sincronizar sus relojes con el de la célebre torre del parlamento británico, mejor conocido como Big Ben, pues confían en su buen funcionamiento a pesar del paso del tiempo. No importa que por el momento su sonido sea igual al del silencio.
Cuando se habla de la construcción neogótica a orillas del Támesis, la mayoría de los británicos y turistas le llaman Big Ben, pero este nombre no es del todo exacto, ya que ese nombre en realidad pertenece a una enorme campana de 14 toneladas que se encuentra en el interior de la torre.
Construido en 1858 junto al nuevo Palacio de Westminster, el edificio de 106 metros de altura alberga cuatro enormes relojes de siete metros de diámetro situados en cada una de sus caras, los cuales comenzaron a funcionar el 31 de mayo de 1859, y desde entonces se ha convertido en un símbolo nacional que cumplió 160 años.
Aunque son pocas las ocasiones en las que el Big Ben ha sufrido incidencias en su puntualidad, los ciudadanos ingleses no podrán olvidar aquella Nochevieja de 1962 en la que entraron con 10 minutos de retraso al nuevo año, debido a algunos fallos técnicos. Por lo regular solo llega a un retraso de un segundo.
Según diversos historiadores, el reloj debe su nombre a Benjamin Hall, responsable de la reconstrucción de la sede del Parlamento británico, después de que el primer palacio de Westminster fue destruido por un incendio en 1834.
La obra fue objeto de disputas y demandas judiciales entre quienes querían tener el protagonismo de erigir una nueva sede parlamentaria, tal y como recuerda el diario The Times a partir de las informaciones, los artículos y las cartas que publicó en esa época.
El arquitecto Charles Barry y un abogado y relojero aficionado, Edmund Becket Denison, fueron finalmente los encargados de erigir la torre y construir el reloj, aunque su relación no fue del todo amistosa.
No se soportaban y se culpaban de los retrasos y los gastos presupuestarios extraordinarios que supuso la puesta en marcha del reloj, que empezó a funcionar el 31 de mayo de 1859, aunque no fue hasta el 11 de julio cuando la gran campana sonó por primera vez.
Pocas después, las agujas se pararon y de nuevo Barry y Denison se echaron la culpa mutuamente, al igual que cuando más adelante la gran campana sufrió una grieta, al parecer porque el martillo que la golpeaba para marcar las horas era demasiado grande.
A partir de ese momento, la polémica se trasladó a la ciudadanía durante toda una década y The Times reprodujo fragmentos de las cartas en las que sus lectores se quejaban de que el sonido de las campanadas no era lo suficientemente imperial o de quienes protestaban porque se oía demasiado fuerte incluso a la distancia.
A pesar de todo, Barry terminó con el título de Sir y Denison con el de Lord, y su papel quedó diluido cuando tomó el control sobre la reconstrucción del Parlamento Benjamin Hall.
Hoy en día son tres las personas que cuidan la exactitud del reloj de la torre de Westminster y tres días por semana -lunes, miércoles y viernes- se encargan de dar cuerda a la gigantesca maquinaria que lo mueve.
Su nombre oficial era la Torre del Reloj hasta que el 26 de junio de 2012, en honor al jubileo de diamante de la reina Isabel II, se decidió que la torre pasaría a llamarse Torre Isabel. Ésta alberga el reloj de cuatro caras más grande del mundo, y es la decimocuarta torre de reloj más alta del mundo también.
La torre de Big Ben es un ícono cultural británico, ya que es uno de los símbolos más prominentes del Reino Unido, y frecuentemente aparece como fondo en películas, series de televisión, programas o documentales ambientados en Londres.
Sin embargo, las campanas de la torre dejaron de sonar desde el 21 de agosto de 2017, por lo que el Big Ben continuó dando la hora pero en silencio, porque debió ser sometida a trabajos de restauración.
Hasta su regreso sonoro, en 2021, los martillos que repicaban en la gran campana principal desde hace años fueron desconectados del reloj y sus piezas son sometidas a reparación y limpieza.
También se renovará la estructura de hierro fundido y se sustituirán las manecillas. La necesaria cirugía silenció no sólo la enorme campana que proclama las horas en punto, sino también a sus compañeras encargadas de cantar los cuartos.
El desmonte de esa obra de la ingeniería victoriana, no impedirá que el reloj en sí continúe en funcionamiento, gracias a la instalación de un motor eléctrico que sustituye al mecanismo original en reparación.
Sin embargo, en algún punto de los trabajos los operarios deberán cubrir las cuatro caras de la torre, y dejarán oculta temporalmente la referencia horaria más respetada del país.
A lo largo de más de un siglo y medio las campanadas del Big Ben han sonado en la capital británica, aunque no de modo ininterrumpido. Ya fueron silenciadas por anteriores trabajos de renovación entre 1983 y 1985, y de nuevo en 2007 durante un lapso más breve, porque entonces sólo se trató de labores de mantenimiento.
Los habitantes de la ciudad extrañan ese sonido tan característico, con el consuelo de que lo recuperarán de forma puntual en ocasiones especiales, como la despedida del año que congrega a multitudes en su entorno, o el Remembrance Sunday, el domingo del recuerdo que cada noviembre conmemora la firma del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial.