Puebla.- Aunque fue humillado en dos caídas por Rush, Carístico mostró que también sabe de marrullerías y se quedó con el triunfo por descalificación en el mano a mano que se realizó en la Arena Puebla.
Luego de lo ocurrido la semana anterior al vapulear al enmascarado, el “Toro blanco” le repitió la dosis desde el primer episodio, lo sorprendió y pronto lo puso contra las cuerdas, donde lo despojó de la máscara para que el réferi lo descalificara.
Pese a estar en desventaja, Rush siguió con su dominio total, golpeó de manera salvaje al de “plata y oro”, lo zarandeó por los pasillos y lo aventó a las butacas sin piedad.
Carístico, apoyado prácticamente en su totalidad por la afición, que hizo una buena entrada en el inmueble, tuvo un intento de reacción y se lució con tres topes consecutivos entre segunda y tercera cuerdas para impactar la humanidad de su oponente.
El líder de los “Ingobernables” se recuperó y estuvo a punto de aplicar letales patadas al rostro de su oponente, quien se levantó para taclear al rudo, pero éste impidió que el réferi “Güero” Noriega llegara a la cuenta de tres.
Instantes después llegó la “colmillada” de Carístico, quien aprovechó un descuido del tercero sobre la superficie para quitarse la máscara y dejarla en las manos de Rush, lo que al final vio el réferi para decretar la descalificación y triunfo en dos caídas del técnico.
Al final Rush quiso reconocer el triunfo de su rival con un apretón de manos y un abrazo, pero instantes después le conectó artera patada de faul y le volvió a quitar la máscara para irse feliz de haberlo humillado.
Mientras, en una lucha de relevos atómicos, Último Guerrero, Euforia, Gran Guerrero y Soberano Jr derrotaron a Sansón, Cuatrero, Forastero y Místico, quien fue despojado de su máscara por el primero sin que el réferi se diera cuenta para su victoria.
Los “Guerreros” y Soberano Jr se adelantaron, aunque una “catapulta dinamita” permitió a los cuatro enmascarados igualar, y en la definitiva Último Guerrero despojó de su careta al de “plata y oro” para ponerle la espalda contra la lona y quedarse con el triunfo.