A 80 años, Gdansk arrastra ecos de la Segunda Guerra Mundial
Polonia.- Hace ya 80 años de su comienzo y la Segunda Guerra Mundial no deja de generar conflictos en Polonia, que se apresta a conmemorar mañana el acontecimiento con dos ceremonias distintas, debido a que el gobierno federal y el de la ciudad de Gdansk se encuentran inmersos en una confrontación verbal y con tintes políticos por la construcción de un museo en la península de Westerplatte, lugar donde el 1 de septiembre de 1939 dio inicio la invasión de Alemania a su territorio y con ello el conflicto bélico más sangriento en la historia de la humanidad.
El choque se debe, principalmente, por la decisión del presidente polaco, Andrzej Duda, de firmar el pasado 1 de agosto un acta especial sobre inversiones para la construcción del Museo Westerplatte y la Guerra de 1939 —una sucursal del Museo de la Segunda Guerra Mundial en Gdansk—, aprobada en julio por el parlamento, con mayoría del partido derechista conservador Ley y Justicia, al cual pertenece el mandatario.
El acta determina que las áreas de Westerplatte (que por ahora pertenecen a Gdansk) serán usadas por el gobierno federal para construir el museo, que será administrado por este nivel de gobierno, con lo que las autoridades locales dejarán de ser anfitrionas del área y de la conmemoración anual del conflicto bélico.
En las nueve hectáreas que pasarán a manos del Estado hay restos de barracones y de cuarteles, así como el símbolo más representativo de Westerplatte: el Monumento a los Defensores de la Costa, una columna de granito de 23 metros de altura, y en donde cada año se recuerda la batalla librada en este lugar, ubicado junto al Mar Báltico, que culminó el 7 de septiembre de hace ya ocho décadas con la rendición del ejército polaco.
La decisión del gobierno caló hondo entre autoridades de Gdansk, bastión de la oposición.
Un día después de la firma del acta, la alcaldesa de la ciudad, Aleksandra Dulkiewicz, del partido liberal Plataforma Cívica, acusó a Duda de no escuchar ni responder sus peticiones de no avalar lo acordado por el parlamento.
“Me duele mucho que el problema del futuro de un lugar sagrado para todos los polacos, que es Westerplatte, se resuelva por la fuerza y no por el diálogo; todo se puede hacer por la fuerza hoy”, lamentó Dulkiewicz, quien ha amagado con usar todos los medios legales posibles, “dentro y fuera del país”, para detener “la mala ley, mala en su intención, sobre todo”. Duda y Dulkiewicz se alistan para las ceremonias, y en las que sus discursos serán seguidos con atención tras las próximas elecciones legislativas a realizarse el 13 de octubre.
El presidente, en Varsovia, donde el gran ausente será Donald Trump, su aliado y quien canceló sorpresivamente, y la gobernante, en Westerplatte, en la que podría ser la última que organice Gdansk de esta fecha histórica.